jueves, 16 de agosto de 2012

GRANDEZA Y MISERIA ANTE LA NEGACIÓN DE ATENCIÓN A LOS EXTRANJEROS MAYORES DE 18 AÑOS NO REGISTRADOS NI AUTORIZADOS COMO RESIDENTES EN ESPAÑA

Juan Gérvas, médico general, Equipo CESCA, Madrid (España), Doctor en Medicina y Profesor Honorario de Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid.


Todos los humanos tenemos complicados y sorprendentes sentimientos y pulsiones por lo que nuestros actos son frecuentemente irracionales y/o contradictorios. En nuestros corazones cabe la grandeza y la miseria.
A veces la vida nos da oportunidad de demostrar radicalmente grandeza o miseria. En esos casos, los cobardes y miserables eligen el camino fácil y complaciente. La grandeza exige compromiso y supone riesgo, a veces personal, a veces profesional, a veces social y a veces incluso vital.
No hay muchas oportunidades para demostrar públicamente la grandeza de nuestros corazones, pues nuestras vidas son generalmente rutinarias, del montón, y la grandeza consiste en cumplir silenciosamente con nuestros deberes y obligaciones, sin más.
Pero a veces se nos cruza un incendio en el que hay que salvar a una anciana, con riesgo de muerte. A veces en un despacho y a solas una mujer valiente tiene que mirar a los ojos al jefe y decirle: "no se la chupo a nadie a quien no ame, sinvergüenza, y te llevaré a tribunales". En raras ocasiones un parlamentario y Presidente del Gobierno se mantiene en pie ante la pistola del asaltante del Parlamento. En otra ocasión apoyar al compañero supone perder el trabajo. A veces un diputado tiene que señalar en alto y en soledad el carácter simbólico de la apropiación de comida para dar de comer al hambriento.
La crisis económica ha ofrecido oportunidades varias para que demostraran su grandeza nuestros gobernantes y sus parlamentarios. Las han dejado pasar. Tanto el PSOE en su día como el PP en la actualidad. No hay mejor formulación de la miseria de los parlamentarios del PP que sus expresiones soeces y tabernarias, del "¡que se jodan!" al "¡que se vayan!". Que se vayan y se queden sin atención médica los extranjeros mayores de 18 años no registrados ni autorizados como residentes en España, por más que contribuyan al sostenimiento de los impuestos, pues pagan el IVA de cualquier bien y servicio que consumen.
El 1 de septiembre de 2012 se negará la atención sanitaria ordinaria en los establecimientos públicos a los extranjeros mayores de 18 años no registrados ni autorizados como residentes en España (salvo en caso de embarazo, parto y puerperio). Se autoriza su atención de urgencias por enfermedad grave o accidente.
Se justifica dicha negación de la atención sanitaria con el informe del Tribunal de Cuentas que demuestra el uso abusivo por extranjeros del sistema sanitario español. Pero el Tribunal de Cuentas se centra no sólo en el abuso, sino en la persistente pésima gestión de lo público y en las incongruencias, los datos ilógicos y las incoherencias que encuentra en esos cientos de millones de euros gastados y no reclamados. El Tribunal de Cuentas pide que se mejore la gestión y que se trasladen a sus seguros las facturas de ciudadanos de la Unión Europea y de países con los que haya convenio.
El gasto es básicamente de extranjeros de la Unión Europea registrados que tienen derecho y están autorizados a residir en España y se podría cobrar si no hubiera dejación de responsabilidades.
Frente a este abuso y a la defectuosa gestión de lo público es absurdo responder con una vuelta al aseguramiento, y con la negación de la atención a los extranjeros mayores de 18 años no registrados ni autorizados como residentes en España. Tal decisión no ayuda ni a la salud ni al presupuesto. Es una respuesta ilógica cuando, además, esos extranjeros están más sanos y utilizan menos los servicios sanitarios que los españoles (y pagan el IVA, que en parte termina financiando el sistema sanitario).
Los médicos del sistema público no han recibido ni instrucciones ni normas, pero los responsables del PP les trasladan en declaraciones periodísticas la decisión acerca de la urgencia de la atención a los extranjeros mayores de 18 años no registrados ni autorizados como residentes en España. Los responsables del PP quieren a los médicos por verdugos. Ellos dictan sentencia, los médicos la cumplen.
Tales responsables del PP probablemente ignoran las cortantes aristas de la atención al dolor, al sufrimiento, a la enfermedad y a la muerte. Por ello es imposible manejar lágrimas y pus, angustia y miedo, sangre y heces, fragilidad y desolación, sudor y bilis sin resultar afectado, sin "dañarse". Negar la atención a los extranjeros mayores de 18 años no registrados ni autorizados como residentes en España es afilar dichas cortantes aristas, es pedirle al médico que elija radicalmente la "irracionalidad técnica" (todo para la organización) frente a la "irracionalidad romántica" (todo para el paciente). Los médicos los suelen hacer bien, y se manejan entre ambas irracionalidades de forma que cuentan con la mejor nota en las encuestas ciudadanas sobre aprobación del desempeño de sus funciones.
Tales responsables del PP probablemente ignoran que son miles las situaciones y casos en los que la prestación de servicios clínicos ordinarios no urgentes es esencial para la salud y la vida. Por ejemplo en pacientes con cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, esquizofrenia estabilizada con tratamiento, embarazo no deseado, contracepción (pre y postcoital), EPOC, diabetes insulinodependiente y no-insulinodependiente, hipotiroidismo, hipertiroidismo, asma bronquial, infección del tracto urinario, leucemia, enfermedad de Hodgkin, anemias hemolíticas, porfiria, úlceras pépticas, degeneración macular, retinopatía, glaucoma, fibrilación auricular, hipertensión, ictus, artritis reumatoide, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple, epilepsia, alcoholismo, enfermedad de Alzheimer, anorexia nerviosa, psoriasis, nefrosis, cáncer de cerebro, cáncer de mama, sífilis, infertilidad, autismo, espondiloartritis anquilopoyética, transplante hepático (y otros), lupus eritematoso, tuberculosis renal (y otras), depresión grave, neuralgia del trigémino, SIDA, policitemia, insuficiencia renal (diálisis), paciente en situación terminal, etc.
Tales responsables del PP probablemente ignoran las consecuencias de sus actos que llevarán a partir del 1 de septiembre a muertes en casos como:
• paciente de 22 años, senegalesa, soltera, vive en condiciones precarias en un "piso patera", hace algún trabajo ocasional ilegalmente ya que "no tiene papeles". Acude a primeros de septiembre a su médico de cabecera, en el centro de salud, pues le ha faltado la regla y se ha hecho una prueba en la farmacia que da positiva. Quiere confirmar el embarazo y abortar. No tiene tarjeta sanitaria. El médico confiesa su impotencia, y le recomienda un aborto farmacológico, comprando el medicamento en el "mercado negro". La paciente lo intenta (emplea un medicamento "falso") y acaba en urgencias con aborto incompleto por causa mecánica (aguja de hacer punto). Se practica una histerectomía y se complica con septicemia. Muere por fallo multiorgánico, tras un mes de hospitalización.
• paciente varón de 68 años, viudo, colombiano, vive con sus hijos (cuidaba de los nietos), en seguimiento a domicilio por insuficiencia cardíaca, en situación estable. Toda la familia carece de "papeles" y en la actualidad ninguno tiene trabajo formal alguno. A primeros de septiembre dejan de ir a ver al paciente su médico y su enfermera y se dejan de hacer las recetas. La situación se vuelve imposible y al cabo de tres meses el paciente empeora hasta morir con disnea y agonía de días en el hospital.
• mujer de 55 años, rusa, sin trabajo, sin "papeles", se ha dedicado a la prostitución, ahora vive en la calle, acude regularmente al servicio de oncología en el hospital para su quimioterapia. Padece cáncer de pulmón, fue intervenida hace un año. A primeros de septiembre la dejan de recibir y de atender. Muere a las tres semanas, de un vómito de sangre (hemoptisis, en realidad), bajo el puente en que se había refugiado.
• varón de 25 años, con SIDA y tuberculosis. Carece de "papeles". Es argentino, fontanero a ratos en la economía sumergida. Le contagió el SIDA su novio, con el que ha roto. Acude a por su medicación a primeros de septiembre, cuando le comunican que "no está asegurado". Deja el tratamiento y en los meses siguientes contagia de SIDA a varios contactos sexuales, y de tuberculosis (que se ha vuelto multi-resistente) a varios parroquianos del bar al que solía acudir. El estudio del brote de tuberculosis multi-resistente lleva a su localización e ingreso (por orden judicial); muere al cabo de meses de hospitalización por toxoplasmosis cerebral.
La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC, que agrupa a 20.000 médicos de cabecera) y la Organización Médica Colegial (OMC, que agrupa a todos los médicos españoles) no ignoran las situaciones y casos en los que la prestación de servicios clínicos ordinarios no urgentes es esencial para la salud y para la vida. La SEMFYC y la OMC no ignoran que puede desaparecer la tarjeta sanitaria, pero no el paciente. La SEMFYC ha promovido (y lo apoya la OMC) la objeción de conciencia ante la negación de la atención a los extranjeros mayores de 18 años no registrados ni autorizados como residentes en España.
El cumplimiento de esa negación de atención es figura legal penada, especialmente en funcionarios, tipificada como "denegación de auxilio", y puede llegar a la "omisión del deber de socorro". Por ello los responsables del PP no dan instrucciones por escrito, pues temen a los jueces.
No temen la presión mediática y política ni el presidente de SEMFYC (Josep Basora) ni el presidente de la OMC (Juan José Rodríguez Sendín), ni las Juntas Directivas que les apoyan. Ellos representan en público la grandeza de los médicos en momentos de crisis e incertidumbre.
Frente a la miseria de los gobernantes y de sus parlamentarios, la grandeza de los médicos.
Será importante el apoyo social para contrarrestar la presión mediática, legal y política conque se pretenderá extender la miseria como una mancha de amoralidad por la piel de España, y de sus habitantes. Nos creemos parte de una civilización cristiana pero nuestras obras nos hacen hijos de Belcebú.

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